miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿POR QUE SE DA TANTO ENFASIS A ESTE ASUNTO DE ENSEÑAR?


Pues bien, los cristianos tienen que saber enseñar cuando predican de casa en casa y en las calles, o cuando vuelven a visitar a los recién interesados en el mensaje y conducen estudios bíblicos con ellos. Tratan de aprovechar todos sus tratos con otras personas como oportunidades para enseñar. (Véase Juan 4:7-15.) Además, el ministro cristiano tiene que enseñar cuando dirige la palabra a la congregación en el Salón del Reino, o cuando da consejo a nivel personal. Y a las mujeres maduras se aconseja que enseñen a las más jóvenes “lo que es bueno” (Tito 2:3-5). Los padres cristianos, también, procuran criar a sus hijos en “la disciplina y regulación mental de Jehová”... algo que requiere que uno despliegue gran aptitud al enseñar (Efesios 6:4; Deuteronomio 6:6-8). ¡No es de extrañar que el apóstol Pablo haya dicho que el cristiano tiene que ser “capacitado para enseñar”!
Pero el enseñar no es fácil. Es un arte (2 Timoteo 4:2). ¿Cómo pueden los cristianos, muchos de los cuales no son “sabios según la carne”, desarrollar este arte? (1 Corintios 1:26.) Esto solo se puede lograr con la ayuda de Jehová (Mateo 19:26). Jehová da sabiduría a los que la piden (Santiago 1:5). Su espíritu santo apoya a los que se esfuerzan por hacer Su voluntad, y Dios nos ha dado la Biblia, que es “provechosa para enseñar”, y puede ayudarnos a estar “equipados para toda buena obra”, incluso el enseñar. (2 Timoteo 3:16, 17.)

DEBERIAN SER MAESTROS


El esclavo del Señor tiene que ser capacitado para enseñar.’ (2 TIMOTEO 2:24.)
CIERTO día de primavera del año 31 E.C., Jesús pronunció un discurso al aire libre a una muchedumbre grande y variada que se había reunido para escuchar lo que él enseñaba. Habló sin la ayuda de micrófonos modernos, y se valió de la acústica natural de una ladera para hacerse escuchar. Y lo que dijo fue extraordinario. Después que terminó de discursar, las personas que le oyeron hablar concordaron en que nunca antes habían oído algo similar. El registro nos dice: “Las muchedumbres quedaron atónitas por su modo de enseñar” (Mateo 7:28). En aquella ocasión, y en muchas otras, Jesús demostró que verdaderamente era un maestro por excelencia.
2 Además, dijo a sus seguidores que ellos también serían maestros. Dijo: “Por lo tanto vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). El apóstol Pablo también recalcó que los cristianos tienen la responsabilidad de enseñar. “Deberían ser maestros en vista del tiempo”, dijo a los cristianos hebreos (Hebreos 5:12). Además, dijo a Timoteo: “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar”. (2 Timoteo 2:24.)

PABLO CELOSO PREDICADOR DE LAS BUENAS NUEVAS


Hacia el fin de un período de muchos largos años de predicación celosa, el apóstol Pablo pudo decir a sus compañeros ancianos: “No me retraje de decirles ninguna de las cosas que fueran de provecho, ni de enseñarles públicamente y de casa en casa. Antes, di testimonio cabalmente tanto a judíos como a griegos acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús.” (Hech. 20:20, 21) Con relación al testimonio urgente que dieron los apóstoles y sus colaboradores, las palabras “cabal” y “cabalmente” aparecen muchas veces en el libro de Hechos. (Hech. 2:40; 8:25; 10:42; 20:24; 23:11; 28:23) ¿Qué resultado tuvo aquel testimonio “cabal”? Surgieron y florecieron congregaciones de creyentes dondequiera que se predicaron las “buenas nuevas.” Y a medida que los superintendentes viajantes las visitaban para estimularlas en su servicio, las congregaciones se fueron fortaleciendo. “Continuaron haciéndose firmes en la fe y aumentando en número de día en día.”—Hech. 15:36-16:5.

GRACIAS

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