
Tal como el alimento nutritivo nos da las energías para trabajar, la lectura de la Biblia nos da fuerzas para vivir en conformidad con las normas divinas. Jesús asemejó los dichos de Dios al pan que sustenta la vida (Mateo 4:4). También dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Juan 4:34). En realidad, alimentarse de la Palabra de Dios lo preparó para resistir las tentaciones y tomar decisiones sabias (Lucas 4:1-13).
Puede que al principio a usted se le haga difícil alimentarse de la Palabra de Dios y adoptar sus normas. Pero recuerde que cuando era pequeño, tal vez no le agradaba el sabor de ciertos alimentos que le beneficiaban. Para crecer fuerte y saludable, tuvo que aprender a disfrutarlos. De igual manera, quizás le tome tiempo cultivar el gusto por las normas de Dios. Pero si persiste, llegará a amarlas y adquirirá fortaleza espiritual (Salmo 34:8; 2 Timoteo 3:15-17). Aprenderá a confiar en Jehová y se sentirá impulsado a ‘hacer el bien’ (Salmo 37:3).