¡La vida es una cosa maravillosa! Es preciosa, porque sin la vida no tenemos nada en absoluto. Por eso, ¡qué agradecidos debemos sentirnos de estar vivos! Diariamente nuestras gracias expresadas en oración bien pueden ascender al “Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él.” Él es Aquel que “da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Sí, “por él tenemos vida y nos movemos y existimos.”—Hech. 17:24, 25, 28; Sal. 36:9.
Es verdad que Job una vez declaró: “El hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación.” (Job 14:1) De manera similar, acerca de “los días de nuestros años” el salmista dijo que “en lo que insisten es en penoso afán y cosas perjudiciales.” (Sal. 90:10) Pero, a pesar del dolor y el penoso afán, las muchas causas de agitación, ¿quién quiere morir? El hombre desea vivir. ¡Se apega vehementemente a la vida!

