sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Por qué demostrar nuestro aprecio a Dios?




La vida misma es un don de Dios por el cual debemos estar agradecidos. De hecho, Jehová suministra todas las cosas buenas y provechosas. (Hechos 17:24, 25) Entre esas cosas buenas, el cántico susodicho menciona las siguientes: la luz espiritual preciosa (Salmo 43:3; Juan 17:3); el privilegio de la oración (Proverbios 15:8); el sacrificio expiatorio del Hijo de Dios, Jesucristo (Romanos 6:23; 1 Juan 2:1, 2); la dirección o guía bíblica para hacer la voluntad divina (Salmo 40:8; 119:9-16, 105); la amorosa hermandad cristiana (1 Pedro 2:17); la guía del espíritu santo, o fuerza activa, de Dios (Salmo 143:10); y las bendiciones eternas del reino que reemplazarán a toda maldad. (Mateo 6:9, 10; Revelación 11:15-18; 12:9-12) Estas son algunas de las cosas por las cuales los testigos de Jehová dan gracias a Dios cuando cantan en sus reuniones de congregación.
Hay tantas razones por las cuales demostrar nuestro aprecio a Dios. Pues, ¡piense en las ocasiones en que despierta durante una hermosa mañana! La luz del Sol resplandece brillantemente, usted oye a los pájaros cantar, y huele la fragancia de las flores, o el olor del heno recién cortado. Emocionado, usted dice: “¡Qué bueno es estar vivo!” No obstante, ¡qué apropiado es expresar su aprecio a Aquel que hizo posible todo esto
!

EDIFICANDO UNA BUENA CONCIENCIA



La conciencia cristiana se edifica por medio de estudiar la Palabra de Dios y comprender y apreciar los principios que se encuentran en ella. Dios no ha dejado a los humanos en ignorancia en cuanto a cuáles prácticas son correctas y cuáles son incorrectas. No, sino que ha provisto su Palabra la Biblia para que por medio de usarla los cristianos maduros puedan ‘tener sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.’—Heb. 5:13, 14.
Sin embargo, hay millones de personas que durante la mayor parte de su vida han vivido según las normas de este presente sistema de cosas, ni siquiera dándose cuenta de que eran faltas de honradez. No se les ha entrenado apropiadamente a distinguir lo correcto de lo incorrecto. Quizás usted sea una de estas personas. Sin embargo, es posible que recientemente haya comenzado a estudiar la Biblia y esté comenzando a discernir que Dios desaprueba ciertas prácticas. ¿Qué hará usted?
La decisión prudente es obrar en armonía con su conciencia entrenada por un estudio de la Palabra de Dios. Es verdad que en algunos casos esto quizás signifique amoldarse a un nivel de vida inferior en lo material para ajustar su vida de modo que armonice con los principios bíblicos. Pero, ¡vale la pena! El placer de una conciencia limpia tanto ante Dios como ante los hombres es de mucho mayor valor que cualesquier posesiones materiales.
Lo que se requiere para vivir honradamente es fe genuina y un amor verdadero a Dios. ¿Cree usted realmente en las promesas de Dios de que bendecirá a sus siervos con vida eterna en su nuevo sistema de cosas? (2 Ped. 3:13; Sal. 37:29) Si usted lo cree, y realmente ama a Dios, sinceramente se esforzará por ser honrado y hacer lo que es recto a sus ojos. “El que quiere amar la vida y ver días buenos, reprima su lengua de lo que es malo y sus labios de hablar engaño, antes apártese de lo que es malo y haga lo que es bueno.”—1 Ped. 3:10, 11.

GRACIAS

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