viernes, 17 de junio de 2011

“Muestre la misma diligencia a fin de tener la plena seguridad de la esperanza hasta el fin.”—Heb. 6:11.

De nuestro estudio bíblico hemos aprendido que estamos viviendo muy adentro del “tiempo del fin.” Por todas partes hallamos evidencia que corrobora lo que la Biblia nos dice acerca de su brevedad.
Difícilmente es tiempo para que el cristiano se excuse. Más bien debe tener una actitud de  buena voluntad, para dar de sí mismo. ¿Por qué debería ponerle un límite a lo que Jehová le pida cuando le debe tanto a Jehová?
El consejo que la Biblia da a los cristianos es de  ser diligentes hasta el fin y este consejo es sumamente práctico. No debemos desatenderlo, mostrándonos renuentes a efectuar nuestra parte completa y razonable en el ministerio del campo, resistiendo toda sugerencia para nuestro progreso en rendir servicio a nuestros hermanos y prestar ayuda a la congregación en lo que necesite, o siempre dejando de ofrecernos voluntariamente para oportunidades de servicio. “Dios ama al dador alegre,” se nos dice, y el dar que más ama Jehová es el de aquellos que dan de todo corazón de sí mismos en Su servicio. (2 Cor. 9:6, 7) El que usted dé de usted mismo producirá resultados que lo vigorizarán y lo refrescarán.
Cuando Jesús inició el ministerio cristiano declaró: “La mies, en realidad, es mucha, mas los obreros son pocos. Por lo tanto rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su mies.” Aquellos primeros setenta obreros pasaron un tiempo muy feliz y “volvieron . . . con gozo.” (Luc. 10:2, 17) Centenares de miles están siguiendo ahora en su senda y los diligentes continúan hallando gozo en el ministerio. “Si saben estas cosas, felices son si las hacen.” “El que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad y persiste en ella, éste, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacerla él mismo.”—Juan 13:17; Sant. 1:25.
Entretanto, el trabajar duro en el ministerio del campo y con su congregación no lo cansará sino que lo mantendrá vivo, saludable en la fe, feliz y refrescado. “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y háganse mis discípulos, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”—Mat. 11:28-30.


Estos han resultado ser los “tiempos críticos, difíciles de manejar” y los hombres por lo general son amadores de los placeres más bien que amadores de Dios y de obras piadosas. (2 Tim. 3:1, 4, 5) Para su protección manténgase ocupado en el ministerio: “En verdad, ¿quién es el hombre que les hará daño a ustedes si se hacen celosos de lo que es bueno? Pero aun si sufrieran por causa de la justicia, son felices. Sin embargo, no teman lo que para ellos es objeto de temor, ni vayan a agitarse.” (1 Ped. 3:13, 14) No se excuse; persista en su esfuerzo vigoroso. “Porque a este fin estamos trabajando duro y esforzándonos, porque hemos cifrado nuestra esperanza en un Dios vivo, que es Salvador de hombres de toda clase, especialmente de los fieles.”—1 Tim. 4:10.

GRACIAS

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