domingo, 10 de enero de 2010

Conmemoración de la muerte de Cristo el 30 de marzo de 2010



Imagínese que usted está observando lo que sucede en la provincia romana de Judea. Jesús y sus discípulos han salido de Jericó, una ciudad de exuberante vegetación, y suben con dificultad por un camino polvoriento y serpenteante. Como ellos, muchos viajeros más van rumbo a Jerusalén con ocasión de la celebración anual de la Pascua.
¿Qué incidencia tienen en usted y, de hecho, en todos nosotros, estos sucesos? Pues bien, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús ensalzan a Jehová Dios y son fundamentales en el desenvolvimiento de su gran propósito (Colosenses 1:18-20). Son de vital importancia para nosotros, ya que, sobre la base del sacrificio de Jesús, podemos recibir el perdón de nuestros pecados y, por consiguiente, disfrutar de una relación personal con Jehová Dios (Juan 14:6; 1 Juan 2:1, 2).

Hasta los muertos reciben beneficios. La resurrección de Jesús hace posible que se les traiga de nuevo a la vida en el prometido Paraíso terrenal de Dios (Lucas 23:39-43; 1 Corintios 15:20-22). Si usted desea saber más acerca de tales asuntos, lo invitamos a asistir a la Conmemoración de la muerte de Cristo el 30 de marzo de 2010, en un Salón del Reino de los Testigos de Jehová de su localidad.

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