El amor que sirve como vínculo unidor para los cristianos sigue el magnífico ejemplo de Jehová mismo. El apóstol Juan dijo: “Amamos, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Esta clase de amor es la marca del cristiano verdadero y, de hecho, es un fruto del espíritu de Dios. (Juan 13:34, 35; Gálatas 5:22.)
Ante todo, el cristiano debe amar a su Padre celestial. Entonces, debe amar a su prójimo (Mateo 22:37-39). Puesto que el amor de Dios es sumamente abarcador, el amor que sentimos por nuestros compañeros de creencia debe ser expansivo también, es decir, debe ‘ensancharse’. En armonía con esto, el apóstol Pablo dijo a los cristianos de Corinto: “Nuestra boca se ha abierto para ustedes, corintios, nuestro corazón se ha ensanchado. [...] Ustedes, también, ensánchense”. (2 Corintios 6:11-13.)
El amor en la familia...
Pablo advirtió que en “los últimos días” no habría “cariño natural” (2 Timoteo 3:1-3). Sin embargo, en la familia cristiana debe abundar el amor.

Cuando surgen problemas, ciertamente es eficaz orar por ayuda para manifestar amor. También lo es la comunicación familiar y el tener consideraciones bíblicas con regularidad (Deuteronomio 6:4-9).
Es triste cuando los padres y los hijos no se aman unos a otros. También es lamentable cuando compañeros cristianos no muestran amor los unos para con los otros. El apóstol Juan afirma: “El que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto”. (1 Juan 4:20.) El amor que existe entre los siervos de Jehová ayuda a estabilizar a los cristianos jóvenes que atraviesan los años difíciles de la adolescencia.
Jesús hizo resaltar una manera sobresaliente de mostrar amor hasta para con las personas que no conocemos. Dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
